La mente humana no es un ordenador generalista, sino un rico abanico de adaptaciones para resolver problemas recurrentes desde el punto de vista de la evolución. Al igual que las adaptaciones fisiológicas, las adaptaciones psicológicas evolucionaron para resolver (sólo) problemas en ámbitos particulares y por lo tanto no son necesariamente apropiadas para resolver problemas en otros ámbitos. Desde esta perspectiva, riesgos análogos en la actualidad serán percibidos categóricamente y dispararán algoritmos mentales específicos establecidos a lo largo de la evolución de la especie para resolver problemas repetitivos en la correspondiente categoría o ámbito.
El estudio presentado en Evolutionary Psychology por el equipo del Dr. Kruger de la Universidad de Michigan en Ann Arbor profundiza en esta cuestión mostrando que los riesgos se agrupan en cinco ámbitos:
· Competencia entre grupos. En algún momento de la evolución humana los homínidos adquirieron tal prevalencia en sus ecosistemas que sólo otros homínidos constituían un riesgo para su supervivencia. Conjuntamente con la competencia dentro del grupo la competencia entre grupos constituyó la principal presión evolutiva. Un riesgo moderno en este ámbito sería sentarse vistiendo los colores del Real Madrid en un fondo ocupado por simpatizantes del Barcelona.
· Competencia dentro del grupo. Más compleja que la competencia entre grupos ya que, si bien la lucha está presente, también lo están otras formas de competencia social. La asunción de riesgos en este ámbito es mayor en el caso de los varones ya que el estatus social está asociado a la idoneidad del macho como pareja: las hembras buscarán al macho con poder suficiente para defenderlas a ellas y a su descendencia. En este ámbito, un riesgo moderno sería plantar clara a un jefe para defender a los compañeros, delante de éstos, ante una decisión injusta.
· Emparejamiento y asignación de recursos para la atracción de la pareja. El esfuerzo por emparejarse es una amplia categoría de inversión fisiológica y comportamiento que incluye la competencia específica con congéneres, así como competencia indirecta por bienes y atributos que le hagan a uno atractivo como pareja. Un ejemplo evidente de riesgo que se corre para conseguir pareja es gastarse la mayor parte de tu sueldo (si eres varón) en comprarte un deportivo descapotable.
· Riesgos ambientales. Los ámbitos de riesgo descritos arriba implican generalmente riesgos sociales y asignación de recursos. Los riesgos ambientales, por contra, se asocian a cambios adaptativos provocados por el entorno natural. La asunción de estos riesgos viene de nuestra historia como recolectores y cazadores que además debían evitar o escapar de los depredadores. Ejemplos de riesgos de este ámbito serían explorar una ciudad o un barrio desconocidos, nadar mar adentro hasta llegar a las boyas o tirarse en paracaídas.
· Riesgos para la fertilidad. Este es un ámbito diferente a los demás, habida cuenta de que el objetivo de la evolución no es la supervivencia del individuo sino su reproducción. Los riesgos que ponen en peligro la fertilidad contrastan por ello grandemente con todos los precedentes. Un ejemplo sería esterilizarse de forma que no se tengan hijos y, por lo tanto, disfrutar de mayor cantidad de tiempo y recursos para el ocio.
El estudio del equipo de Kruger muestra que, como era previsible, los riesgos para la fertilidad son los que menos se está dispuesto asumir. Y que, en general, los varones asumen más riesgos que las mujeres.
Así pues, podemos concluir que no existen personas amantes del riesgo y personas que lo evitan por sistema, sino que cada individuo, dependiendo de sus circunstancias y habida cuenta de su carga evolutiva, estará dispuesto a asumir determinados riesgos y a evitar otros.
Original [PDF]: http://www.epjournal.net/filestore/ep05555568.pdf
El estudio presentado en Evolutionary Psychology por el equipo del Dr. Kruger de la Universidad de Michigan en Ann Arbor profundiza en esta cuestión mostrando que los riesgos se agrupan en cinco ámbitos:
· Competencia entre grupos. En algún momento de la evolución humana los homínidos adquirieron tal prevalencia en sus ecosistemas que sólo otros homínidos constituían un riesgo para su supervivencia. Conjuntamente con la competencia dentro del grupo la competencia entre grupos constituyó la principal presión evolutiva. Un riesgo moderno en este ámbito sería sentarse vistiendo los colores del Real Madrid en un fondo ocupado por simpatizantes del Barcelona.
· Competencia dentro del grupo. Más compleja que la competencia entre grupos ya que, si bien la lucha está presente, también lo están otras formas de competencia social. La asunción de riesgos en este ámbito es mayor en el caso de los varones ya que el estatus social está asociado a la idoneidad del macho como pareja: las hembras buscarán al macho con poder suficiente para defenderlas a ellas y a su descendencia. En este ámbito, un riesgo moderno sería plantar clara a un jefe para defender a los compañeros, delante de éstos, ante una decisión injusta.
· Emparejamiento y asignación de recursos para la atracción de la pareja. El esfuerzo por emparejarse es una amplia categoría de inversión fisiológica y comportamiento que incluye la competencia específica con congéneres, así como competencia indirecta por bienes y atributos que le hagan a uno atractivo como pareja. Un ejemplo evidente de riesgo que se corre para conseguir pareja es gastarse la mayor parte de tu sueldo (si eres varón) en comprarte un deportivo descapotable.
· Riesgos ambientales. Los ámbitos de riesgo descritos arriba implican generalmente riesgos sociales y asignación de recursos. Los riesgos ambientales, por contra, se asocian a cambios adaptativos provocados por el entorno natural. La asunción de estos riesgos viene de nuestra historia como recolectores y cazadores que además debían evitar o escapar de los depredadores. Ejemplos de riesgos de este ámbito serían explorar una ciudad o un barrio desconocidos, nadar mar adentro hasta llegar a las boyas o tirarse en paracaídas.
· Riesgos para la fertilidad. Este es un ámbito diferente a los demás, habida cuenta de que el objetivo de la evolución no es la supervivencia del individuo sino su reproducción. Los riesgos que ponen en peligro la fertilidad contrastan por ello grandemente con todos los precedentes. Un ejemplo sería esterilizarse de forma que no se tengan hijos y, por lo tanto, disfrutar de mayor cantidad de tiempo y recursos para el ocio.
El estudio del equipo de Kruger muestra que, como era previsible, los riesgos para la fertilidad son los que menos se está dispuesto asumir. Y que, en general, los varones asumen más riesgos que las mujeres.
Así pues, podemos concluir que no existen personas amantes del riesgo y personas que lo evitan por sistema, sino que cada individuo, dependiendo de sus circunstancias y habida cuenta de su carga evolutiva, estará dispuesto a asumir determinados riesgos y a evitar otros.
Original [PDF]: http://www.epjournal.net/filestore/ep05555568.pdf
Competencia dentro del grupo: aquí creo que hay un amplio tema que abordar del que se desprendería un interesante debate...
ResponderEliminarSoy de la opinión que quien no se arriesga no consigue nada en esta vida.
Un saludo y gracias por tus interesantes temas.