De los más de 240 planetas extrasolares detectados tan solo uno se asemeja a la Tierra. El resto son grandes masas gaseosas que recuerdan más a Jupiter. ¿Qué ocurre entonces? ¿No hay tantos planetas terrestres ahí fuera? ¿O es que aún no hemos buscado lo suficiente y los datos no son estadísticamente significativos?
Las formas de confirmar la presencia de un planeta terrestre pueden resultar muy diferentes a lo que uno se imagina. Nos podemos hacer una buena composición mental de lo que significa que una estrella disminuya su luminosidad aparente porque un planeta se interponga entre ella y nosotros, pero si el espectro de la estrella varía ¿podríamos deducir que existe (o ha existido) un planeta terrestre? Pues, sí. Pero para poder entenderlo bien necesitamos recordar aspectos relevantes de lo que es una enana blanca.
Una enana blanca es en lo que se convierten las estrellas como nuestro Sol cuando han consumido su combustible nuclear. Cerca del final de la etapa de combustión, la estrella expele la mayor parte de su material más externo, creando una nebulosa planetaria.
Con una gravedad en la superficie 100.000 veces la de la Tierra, la atmósfera de una enana blanca es muy extraña. Los átomos más pesados de su atmósfera se hunden y los más ligeros permanecen en la superficie. Algunas enanas blancas tienen atmósferas de hidrógeno y helio exclusivamente, los elementos más ligeros. Debajo de la atmósfera de muchas enanas blancas se cree que hay una corteza de unos 50 km. En el fondo habría una capa cristalina de átomos de oxígeno y carbono.
A la vista de esta descripción lo que uno menos se puede esperar en el espectro de una enana blanca es lo que se ha encontrado en el de GD362, una enana blanca a 78 años luz en la constelación de Hércules. Los espectrómetros acoplados a los telescopios Keck I y II en el Observatorio Mauna Kea de Hawai identificaron la firma de 17 elementos incluyendo sodio, magnesio, aluminio, hierro y níquel. Los autores del descubrimiento, Michael Jura (Universidad de California) y Alan Boss (Carnegie Institution), afirman además que las proporciones en las que se encuentran son muy similares a las de la Tierra. La hipótesis es que, en algún momento de su historia, GD362 se tragó un planetoide terrestre, cuyos restos estarían en un estrecho disco alrededor de la estrella. No se descarta que pudiera haber más planetas alrededor de esta estrella (la imagen de arriba es una interpretación de estos resultados y esta posibilidad).
Este descubrimiento, aunque no sea el de un planeta, sí es estadísticamente significativo a la hora de afirmar que los planetas terrestres no son tan raros en el universo.
Science: http://sciencenow.sciencemag.org/cgi/content/full/2007/807/3
Enanas blancas : http://es.wikipedia.org/wiki/Enana_blanca
Las formas de confirmar la presencia de un planeta terrestre pueden resultar muy diferentes a lo que uno se imagina. Nos podemos hacer una buena composición mental de lo que significa que una estrella disminuya su luminosidad aparente porque un planeta se interponga entre ella y nosotros, pero si el espectro de la estrella varía ¿podríamos deducir que existe (o ha existido) un planeta terrestre? Pues, sí. Pero para poder entenderlo bien necesitamos recordar aspectos relevantes de lo que es una enana blanca.
Una enana blanca es en lo que se convierten las estrellas como nuestro Sol cuando han consumido su combustible nuclear. Cerca del final de la etapa de combustión, la estrella expele la mayor parte de su material más externo, creando una nebulosa planetaria.
Con una gravedad en la superficie 100.000 veces la de la Tierra, la atmósfera de una enana blanca es muy extraña. Los átomos más pesados de su atmósfera se hunden y los más ligeros permanecen en la superficie. Algunas enanas blancas tienen atmósferas de hidrógeno y helio exclusivamente, los elementos más ligeros. Debajo de la atmósfera de muchas enanas blancas se cree que hay una corteza de unos 50 km. En el fondo habría una capa cristalina de átomos de oxígeno y carbono.
A la vista de esta descripción lo que uno menos se puede esperar en el espectro de una enana blanca es lo que se ha encontrado en el de GD362, una enana blanca a 78 años luz en la constelación de Hércules. Los espectrómetros acoplados a los telescopios Keck I y II en el Observatorio Mauna Kea de Hawai identificaron la firma de 17 elementos incluyendo sodio, magnesio, aluminio, hierro y níquel. Los autores del descubrimiento, Michael Jura (Universidad de California) y Alan Boss (Carnegie Institution), afirman además que las proporciones en las que se encuentran son muy similares a las de la Tierra. La hipótesis es que, en algún momento de su historia, GD362 se tragó un planetoide terrestre, cuyos restos estarían en un estrecho disco alrededor de la estrella. No se descarta que pudiera haber más planetas alrededor de esta estrella (la imagen de arriba es una interpretación de estos resultados y esta posibilidad).
Este descubrimiento, aunque no sea el de un planeta, sí es estadísticamente significativo a la hora de afirmar que los planetas terrestres no son tan raros en el universo.
Science: http://sciencenow.sciencemag.org/cgi/content/full/2007/807/3
Enanas blancas : http://es.wikipedia.org/wiki/Enana_blanca
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