¿Pueden los seres humanos aumentar sus cocientes intelectuales (CI) o deben conformarse con los CI que determinan los genes? Hasta hace poco, la genética parecía la ganadora frente al ambiente.
Una nueva investigación llevada a cabo por los doctores Jaeggi y Buschkuehl en la Universidad de Michigan en Ann Arbor, sugiere que al menos un aspecto del cociente intelectual de una persona puede mejorarse mediante el entrenamiento de un determinado tipo de memoria.
La mayor parte de los tests de CI intentan medir dos tipos de inteligencia: fluida (Gf) y cristalizada (Gc). La Gc se basa en las habilidades ya existentes, el conocimiento y las experiencias, a la hora de resolver problemas accediendo a la información contenida en la memoria a largo plazo.
La Gf se refiere a la habilidad para razonar y resolver nuevos problemas independientemente del conocimiento adquirido anteriormente. La Gf es crítica para un amplio espectro de tareas cognitivas, y es considerada uno de los factores más importantes en el aprendizaje. Por otra parte, la Gf está estrechamente relacionada con el éxito profesional y educativo, especialmente en medios complejos y exigentes.
Aunque el rendimiento en los tests de Gf puede ser mejorado con la práctica directa con los propios tests, no hay evidencia de que el entrenamiento en cualquier otro régimen produzca une mejora en la Gf de adultos. Lo que Jaeggi y Buschkuehl han demostrado ahora es que existe transferencia entre el entrenamiento en una exigente tarea que afecta a la memoria a corto plazo y las medidas de Gf. Esta transferencia tiene lugar aunque el entrenamiento no tiene nada que ver con los tests que miden Gf y, además, la mejora en los resultados de Gf depende de la cantidad de entrenamiento. Este resultado implica que nuestro cerebro es más plástico de lo que pensábamos.
Los autores basaron sus experimentos en que si la Gc depende de la memoria a largo plazo (en informática hablaríamos de ROM) la Gf depende de la memoria a corto plazo o, nombrada con más precisión, memoria de trabajo (equivalente a RAM). Este es el tipo de memoria que la gente usa para recordar un número de teléfono o una dirección de correo electrónico por un corto espacio de tiempo o dicho más técnicamente, la memoria de trabajo se refiere a la habilidad tanto de manipular como de usar información almacenada brevemente a pesar de la presencia de factores que puedan distraer la atención.
Los investigadores reunieron cuatro grupos de voluntarios y entrenaron sus memorias de trabajo con una tarea llamada “dual n-back”, que presentaba señales auditivas y visuales que los participantes tenían que almacenar por un tiempo y recordar después.
Los participantes recibieron el entrenamiento en sesiones de media hora una vez al día durante 8, 12, 17 ó 19 días. Para cada uno de estos periodos de entrenamiento, los investigadores midieron las ganancias de los participantes en Gf. Compararon estos resultados con los obtenidos por grupos de control para estar seguros de que los voluntarios realmente mejoraban en Gf, no solamente en sus habilidades a la hora de hacer tests.
Los resultados fueron sorprendentes. Mientras los grupos de control obtenían ganancias, según parece porque tenían práctica con los tests de Gf, los grupos entrenados mejoraron considerablemente más que los de control. No sólo eso, cuanto más se entrenaban los participantes, mayores eran sus ganancias de inteligencia.
Estos resultados muestran, por tanto, que el CI general de los adultos sanos puede ser mejorado entrenando la memoria de trabajo. Queda por determinar si este efecto también se manifiesta en niños y en adultos mayores que se enfrentan a una memoria en deterioro. Asimismo será interesante comprobar si las ganancias en Gf se mantienen en el tiempo una vez cesa el entrenamiento. El equipo ya está trabajando en ello.
Original: http://www.pnas.org/cgi/content/short/0801268105v1
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