A los cometas no se les llama sucias bolas de nieve por nada. Estos vagabundos espaciales están repletos de finas partículas de polvo no muy diferentes a las que se encuentran en el humo de los cigarrillos. Y resulta que las culpables son las estrellas. El viento solar y la radiación empujan el polvo al espacio donde, según recientes investigaciones, se mezcla con los cristales de hielo que forman los cometas.
La presencia de polvo en los cometas ha sorprendido a los astrónomos durante décadas. El polvo o, para ser más precisos, silicatos cristalizados (el material del que están hechas las rocas terrestres) necesita muchísimo calor para formarse, pero los cometas son mayormente agua congelada. Por lo tanto, si los cometas contienen este material, o se formaron mucho más cerca de las estrellas de lo que se pensaba, o los silicatos fueron lanzados al espacio profundo por una fuerza no identificada. Los científicos consideran la primera posibilidad improbable, ya que se cree que los cometas se aglomeran en el borde exterior del sistema solar.
El pasado 14 de mayo se publicaron dos artículos en Nature que parecen resolver el problema. En el primero [1], un equipo europeo liderado por P. Ábrahám del Observatorio Konkoly (Hungría) ha analizado los datos que el telescopio espacial Spitzer obtuvo el año pasado de un gran estallido de la estrella joven EX Lupi, localizada a unos 500 años luz en la constelación Lupus (Lobo). El estallido, que aumentó el brillo de las estrella temporalmente unas 100 veces, produjo suficiente calor (alcanzó los
En el segundo artículo [2], el físico Dejan Vinković de
Este modelo ayuda a explicar no sólo cómo las partículas de silicato llegan a formar parte de los cometas sino también cómo aparecieron cristales en el disco protoplanetario poco después de la erupción de EX Lupi.
Más información:
[1] “Episodic formation of cometary material in the outburst of a young Sun-like star”; Ábrahám, P. et al.; Nature 459, 224-226 (14 May 2009) | doi:10.1038/nature08004
[2] “Radiation-pressure mixing of large dust grains in protoplanetary disks”; Vinković, D.; Nature 459, 227-229 (14 May 2009) | doi:10.1038/nature08032
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