Abdominales, flexiones, levantamiento de pesas, correr. La gente tiene muchas y conocidas posibilidades a la hora de conseguir músculos mayores y huesos más fuertes. Pero ¿podemos hacer algo para tener un cerebro mayor? Sí, meditar.
Eso es lo que ha constatado un grupo de investigadores de
Específicamente, los meditadores mostraron volúmenes significativamente mayores del hipocampo y en áreas del córtex orbitofrontal, el tálamo y el giro temporal inferior. Todas estas áreas son conocidas porque intervienen en la regulación de las emociones.
“Sabemos que la gente que medita consistentemente posee una capacidad excepcional para cultivar emociones positivas, mantener la estabilidad emocional y concentrarse en un comportamiento consciente”, explicó Eileen Luders, autora principal del trabajo. “Las diferencias observadas en la anatomía cerebral podrían darnos una clave de porqué los meditadores tienen estas capacidades excepcionales”.
La investigación ha confirmado los aspectos beneficiosos de la meditación. Aparte de una mejor concentración y control de sus emociones, mucha gente de la que medita regularmente tiene niveles reducidos de estrés y sistemas inmunitarios reforzados. Sin embargo, se sabe mucho menos sobre la conexión entre meditación y estructura cerebral.
En el estudio, Luders y sus colegas examinaron 44 personas: 22 sujetos de control y 22 que habían practicado varias formas de meditación, incluyendo zazen, vipassana y samatha entre otras. La cantidad de tiempo que habían practicado iba de
Más de la mitad de todos los meditadores dijeron que la concentración profunda era una parte esencial de su práctica, y la mayoría meditaba entre 10 y 90 minutos cada día.
Los investigadores usaron un tipo de IRM tridimensional de alta resolución y dos enfoques diferentes para medir las diferencias en la estructura cerebral. Un enfoque divide automáticamente el cerebro en distintas regiones de interés, permitiendo a los investigadores comparar el tamaño de diferentes estructuras cerebrales. El otro segmenta el cerebro en diferentes tipos de tejido, permitiendo a los científicos comparar la cantidad de materia gris en regiones específicas del cerebro.
La investigación puso de manifiesto medidas cerebrales significativamente mayores en los meditadores que en los controles. No se encontró ninguna región en la que los controles tuviesen un volumen mayor o más cantidad de materia gris que los meditadores. En concreto, éstos tenían mayor volumen en el hipocampo derecho y mayor cantidad de materia gris en el córtex orbitofrontal derecho, el tálamo derecho y en el lóbulo temporal inferior izquierdo. Estas áreas del cerebro están íntimamente relacionadas con las emociones.
Lo que necesitará de posteriores estudios es saber qué produce a nivel microscópico los cambios observados a nivel macroscópico en los cerebros de los meditadores. Es decir, si hay un mayor número de neuronas, si éstas son mayores, si están conectadas de forma diferente o una combinación de estos factores.
Como este no ha sido un estudio longitudinal, que habría seguido a los meditadores desde que empezaron a meditar, es posible que los meditadores ya tuviesen más materia gris y volumen en áreas específicas; lo que les podría haber atraído a la meditación en primer lugar. Si bien esta hipótesis es plausible y sería algo a comprobar experimentalmente, a la vista de la conocida plasticidad del cerebro y la respuesta de éste a entornos ricos a los que responde cambiando su estructura, parece más probable la de que es la meditación la que produce estos cambios.
Más información: “The underlying anatomical correlates of long-term meditation: Larger hippocampal and frontal volumes of gray matter”, NeuroImage, Volume 45, Issue 3, 15 April 2009, Pages 672-678 doi:10.1016/j.neuroimage.2008.12.061
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