Los macacos poseen unas células cerebrales especializadas, llamadas neuronas espejo, que se activan tanto cuando el mono realiza una acción, coger un plátano por ejemplo, como cuando observa a otro mono realizarla. El descubrimiento de estas neuronas en 1996 levantó mucho revuelo. Se especuló con que podrían estar implicadas en muchos aspectos cognitivos de los humanos, desde imitar a otros hasta el desarrollo del lenguaje, pasando por el autismo o la empatía. Sólo había un problema, no se había probado fehacientemente su existencia en humanos. Hoy (12 de agosto) se ha dado un paso importante en esta dirección: se publica un artículo en el Journal of Neuroscience en el que se dan pruebas sólidas de que los humanos también tienen neuronas espejo.
La investigación, llevada a cabo por el equipo de James Kilner del Colegio Universitario de Londres (Reino Unido), usó imágenes por resonancia magnética (MRI, por sus siglas en inglés) y vino a confirmar la región del giro frontal inferior [en la imagen, parte baja en azul; la imagen procede de la Anatomía de Gray de 1918] como una zona donde habría neuronas espejo. Puede ser interesante leer “De neuronas espejo y erecciones” donde ya se vislumbra que esta zona (el pars opercularis que se menciona es uno de los tres componentes del giro frontal inferior; los otros son el pars triangularis y el pars orbitalis) era sospechosa de albergar neuronas espejo. Pero hay algo que hace a esta investigación diferente. En ella se constata que es imprescindible la interacción con objetos para que se activen las neuronas espejo.
Kilner hizo escáneres de los voluntarios mientras realizaban una de dos tipos de tareas muy concretas, un agarre de precisión o pasar el dedo por una anilla y tirar, o bien veían un vídeo de alguien haciendo estos movimientos. Grupos de neuronas en la parte giro frontal inferior respondieron tanto cuando se realizaban las acciones como cuando se observaba hacerlas: la definición de neurona espejo.
Varios grupos habían intentado distintas técnicas para confirmar la existencia de neuronas espejo, pero sin éxito. Estos grupos usaron voluntarios que desarrollaban o imitaban acciones pero que no implicaban objetos (sirva de ejemplo la entrada que citábamos antes), como jugar al piedra papel o tijera o realizar acciones indirectas. Pero las interacciones con objetos son necesarias para activar las neuronas espejo en los macacos, y esta ha sido la clave del éxito de estos experimentos.
El papel crucial de los objetos a la hora de activar las neuronas espejo tanto en humanos como en los monos podría tener implicaciones importantes para nuestra comprensión de cómo funciona el cerebro. ¿Por qué tenemos neuronas espejo para los movimientos que implican objetos y no se han encontrado para reflejar expresiones faciales u otros tipos de movimiento? Quizás algunas de las funciones atribuidas a las neuronas espejo que mencionábamos arriba no sean ciertas.
El trabajo sin embargo no es concluyente. Hasta que no se pueda ver disparar a las neuronas individualmente, como en los monos que tienen implantes en el cerebro, habrá dudas sobre la existencia de neuronas espejo en los humanos y qué funciones tienen, en caso de existir.
1 comentario:
Hoy he oído en el programa No Es Un Día Cualquiera afirmar que cuando vemos en el cine un beso, en nuestro cerebro generamos las mismas hormonas que si lo diéramos nosotros, pero en menor cantidad. Dada que la entrada tiene una antigüedad de unos meses, ¿se ha realizado algún avance más, o ha sido una inexactitud del programa?
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