lunes, 10 de mayo de 2010

Lo que hace que un macho actúe como un macho.


Según un artículo publicado en Neuron es el estrógeno y no la testosterona lo que hace que un macho actúe como un macho.

En todas las especies que practican la reproducción sexual, tanto machos como hembras muestran comportamientos específicos de su género. Éstos van desde la forma en que se aparean a la manera en la que defienden (o dejan de defender) su territorio. Machos y hembras parten de la misma base cuando nacen, en ese momento algo actúa sobre los machos para "masculinizarlos" de por vida.

Es bien sabido que las hormonas sexuales como el estrógeno, que se suele considerar una hormona femenina, y la testosterona, percibida como masculina, juegan un papel a la hora de dar forma a los circuitos neuronales en el cerebro en desarrollo, y que mucho de ese moldeado tiene lugar antes del nacimiento. También ha sido establecido que la testosterona, siendo como es una hormona completamente funcional, puede ser (y de hecho es) transformada en estrógeno en el cuerpo.

Los ratones macho experimentan un pico de corta duración en sus niveles de testosterona el día que nacen. Dura menos de 36 horas y los niveles ya se mantienen bajos hasta la pubertad. Parece ser que en los machos humanos también existe este pico neonatal.

Este pico de testosterona se cree que es un acontecimiento clave en la masculinización del cerebro. Los autores del estudio que nos ocupa, liderados por Nirao Shah de la Universidad de California en San Francisco (EE.UU.), lo que querían averiguar era qué neuronas del cerebro reaccionaban ante este incremento en la concentración de testosterona. Lo que han encontrado es sorprendente.

Era razonable pensar, como hacía mucha gente, que los receptores de andrógenos (los que responden a las hormonas masculinas) estaban implicados en la "transformación a macho". Pero se encontró que prácticamente no existen receptores de andrógenos en los animales recién nacidos.

El equipo de investigadores tampoco pudo encontrarlos en etapas anteriores del desarrollo, ni siquiera cuando los testículos del feto empiezan a segregar testosterona en embriones de 13 días. Sin receptores de hormonas masculinas para responder a la testosterona, el equipo de Shah empezó a sospechar que los receptores de andrógenos no tenían la función que se les suponía. Y puede que tampoco la tuviese la testosterona.

Los investigadores decidieron entonces estudiar ratones macho que habían sido modificados genéticamente para que careciesen de receptores de andrógenos en sus sistemas nerviosos. Seguían teniendo receptores de andrógenos en sus músculos y en otros sitios, por lo que tenían cuerpos masculinos. Estos ratones modificados experimentaron el pico de testosterona y respondieron a la testosterona que circulaba normalmente. Pero sus cerebros, simplemente, no la podían detectar.

Los ratones se compararon con machos normales en pruebas de masculinidad. En una se ponía una hembra en la jaula. Curiosamente, los ratones modificados mostraban las pautas de comportamiento de un macho que quiere reproducirse: monta, penetración y eyaculación. Pero se pudo apreciar que montaban menos frecuentemente, les costaba más penetrar y no empleaban tanto tiempo como los normales. Otra prueba dio resultados similares. Lo normal es que al introducir un macho en la jaula de otro sea recibido con una pelea. De nuevo, los ratones mutantes se comportaban adecuadamente, pero eran mucho menos agresivos, empleaban menos tiempo en luchar y se tomaban descansos más largos entre ataques. Lo mismo con las marcas de olor. Como los normales, los mutantes orinaban en distintos puntos de la jaula (a diferencia de las hembras, que siempre lo hacen en el mismo sitio), pero depositaban significativamente menos marcas de orina que los ratones normales.

Dado que los comportamientos típicamente masculinos se desarrollaron como consecuencia de un pico de testosterona, pero careciendo de receptores para esta hormona, los investigadores sospechan que la testosterona del pico se convierte en estrógeno para llevar a cabo la diferenciación sexual del recién nacido. La conclusión a la que llegan es “la masculinización de las vías neuronales como respuesta al pico de testosterona del nacimiento se produce primordialmente bajo el control del estrógeno”. Los receptores de andrógenos no serían por tanto los reguladores principales del comportamiento masculino sino, más bien, un “mecanismo de control de ganancia” que amplifica esos comportamientos.

Referencia:

Juntti, S., Tollkuhn, J., Wu, M., Fraser, E., Soderborg, T., Tan, S., Honda, S., Harada, N., & Shah, N. (2010). The Androgen Receptor Governs the Execution, but Not Programming, of Male Sexual and Territorial Behaviors Neuron, 66 (2), 260-272 DOI: 10.1016/j.neuron.2010.03.024

2 comentarios:

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Menos los que comen pollo con hormonas, claro

Unknown dijo...

Un privilegio tenerle por aquí, don Jesús, aunque sea citando a líderes indigenistas.