Muchos neurocientíficos son de la opinión de que la pérdida de una región del cerebro llamada amígdala conllevaría la incapacidad del cerebro para formar nuevos recuerdos con contenido emocional. Una nueva investigación realizada por el equipo de Michael Fanselow, de la Universidad de California en Los Ángeles (EE.UU.), indica que esto no es así y que cuando una región cerebral resulta dañada, otras regiones pueden compensar esta pérdida. Los resultados se publican en los Proceedings of the National Academy of Sciences.
El equipo de investigadores pudo constatar que cuando la amígdala no está operativa, una región cerebral relacionada, los núcleos del lecho de la estría terminal, pueden asumir parte de sus funciones. Eso sí, los lechos del núcleo son mucho más lentos aprendiendo y sólo lo hacen si la amígdala no lo hace. En cierto sentido es plasticidad neuronal, cuando la amígdala ha sido dañada y se está viviendo una experiencia emocional (miedo, en el caso de este estudio), los lechos del núcleo entran en acción. Podría decirse que la amígdala tendría una acción inhibitoria de la capacidad de aprendizaje de los lechos del núcleo de la estría terminal.
Se cree que la amígdala es crítica para el aprendizaje y el almacenamiento de los aspectos emocionales de la experiencia y también es el resorte que activa un torrente de sistemas biológicos para proteger el cuerpo en caso de peligro. Los lechos del núcleo de la estría terminal (en la imagen stria terminalis, en negro) son áreas de materia gris que rodean la estría terminal, las neuronas aquí reciben información del córtex prefrontal y el hipocampo y se comunican con varias regiones más primitivas que regulan la respuesta al estrés y los comportamientos de defensa.
Los investigadores se centraron en el aprendizaje del miedo, para el que la participación de la amígdala se cree que es crítica. Pudieron comprobar que un entrenamiento suficiente es capaz de compensar la pérdida del miedo condicionado que resulta tras la lesión y consecuente inactivación de la amígdala. Esto sugiere que debe existir un circuito neuronal que compense la pérdida de la amígdala. Los investigadores comprobaron que este circuito residía en los lechos del núcleo de la estría terminal tras intervenir quirúrgicamente en ratas, primero inactivando la amígdala y posteriormente la amígdala y los lechos del núcleo. Tras esta segunda intervención se perdía completamente la posibilidad de aprender el miedo y su expresión.
Estos resultados refuerzan la imagen de un cerebro plástico, que es capaz de compensar, aunque sea parcialmente, las pérdidas de funciones críticas para la supervivencia.
Referencia:
Poulos, A., Ponnusamy, R., Dong, H., & Fanselow, M. (2010). Compensation in the neural circuitry of fear conditioning awakens learning circuits in the bed nuclei of the stria terminalis Proceedings of the National Academy of Sciences DOI: 10.1073/pnas.1005754107
1 comentario:
Es muy interesante, suena a circuitos alternativos o compensatorios de conectividad. Gracias por este blog.
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