Cuando se produce una victoria electoral los seguidores del partido ganador lo celebran con vítores, abrazos, cánticos, llorando y, en muchos casos, buscando pornografía en Internet. Esta, al menos es la conclusión que se extrae de un estudio realizado por Patrick Markey (Universidad Villanova; EE.UU.) y Charlotte Markey (Universidad Rutgers; EE.UU.) y que se publica en Evolution and Human Behavior. El matrimonio Markey buscaba con este estudio la confirmación de un fenómeno llamado la hipótesis del reto: los machos que intervienen en competiciones experimentarán un aumento en los niveles de testosterona si ganan, y una caída si pierden.
La hipótesis del reto se propuso en principio para explicar el comportamiento de los machos de las especies monógamas de pájaros durante el apareamiento. En estas especies, los niveles de testosterona de los machos se incrementan en la primavera de forma que aumenta la agresividad contra posibles rivales. Cuando llega la hora para los machos de calmarse y dedicarse a cuidar a la progenie, los niveles de testosterona caen junto con sus tendencias agresivas.
Algo parecido se ha encontrado desde entonces que ocurre con los peces, los lagartos, los lémures de cola anillada, los monos rhesus, los chimpancés y los humanos. En muchos de estos animales, sin embargo, hay un matiz. Los niveles de testosterona no sólo suben para aparearse y bajan para criar. Más bien, la producción de la hormona depende también del éxito del macho en la misma competición por el apareo. En los varones de la especie humana, por tanto, los niveles de la hormona suben anticipando el reto y suben aún más si ese reto se supera con éxito. El fracaso hace que bajen los niveles.
Investigaciones anteriores han encontrado estas subidas y bajadas en luchadores, karatekas, jugadores de tenis, ajedrecistas e incluso en gente que juega a lanzar una moneda. En términos evolutivos tiene sentido: si un macho perdedor continúa siendo agresivo, la probabilidad de que sea herido se multiplica. Una disminución del nivel de testosterona ayuda a rebajar ese riesgo. Por el contrario, el ganador se puede permitir volverse realmente dominante, ya que el peligro de represalias ha sido eliminado.
Para la mayoría de las especies, comprobar que esto ocurre así requiere un montón de monótono trabajo de campo. Pero los Markeys se dieron cuenta de que, en el caso de las personas, podían eliminar el tedio comprobando qué pasaba en esas partes de la red que tienen mucho más tráfico del que nunca reconocerán sus usuarios, asumiendo que los varones, tras un subidón de tetosterona, tendrán más interés en la pornografía que los que no han tenido dicho subidón.
En primer lugar usaron un servicio de la red llamado WordTracker para identificar los diez términos de búsqueda más empleados por las personas que quieren encontrar pornografía (el más suave, “xvideo”). A continuación pidieron a Google Trends que analizase la frecuencia con la que se usaban esas palabras la semana anterior y la posterior a una elección en Estados Unidos, desglosada estado por estado.
Los resultados eran idénticos para las tres elecciones analizadas: las presidenciales de 2004 (ganó Bush) y 2008 (ganó Obama) y las llamadas mid-term de 2006 (los demócratas consiguieron el control de la Cámara de Representantes y del Senado). Independientemente de quien ganase, las búsquedas de pornografía se incrementaron en los estados que habían votado por los ganadores y disminuía en los que habían votado por los perdedores. La diferencia no era grande, del orden del 1 ó 2 por ciento, pero era consistente y estadísticamente significativa.
Referencia:
2 comentarios:
Eres muy bueno poniendo títulos que atraigan la atención, pero este me ha encantado. Ey, ¿No se echa de menos un estudio para ver si el incremento en consumo de porno difiere en función de si el partido ganador ha sido el conservador o el progresista?
Como siempre, muy bueno! =)
Sin embargo, permíteme un apunte: la testosterona, a diferencia de lo que la mayoría de gente piensa, no es la "hormona de la agresividad", sino del estatus; del poder. La correlación con la agresividad en las distintas especies únicamente responde a que esta sirve como herramienta en el reino animal, y por tanto, también se encuentra en las personas. Pero igualmente se encuentran niveles elevados de esta sustancia en ejecutivos, abogados, médicos, empresarios... En fin, en cualquier figura que exija el desempeño de poder y que conlleve la atribución de un estatus elevado. Fíjate que en todas las actividades que citas de esos estudios, son actividades de competición, que en muchos casos no tiene necesariamente que ver con la conducta agresiva =)
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