El conocer el motivo por el que una persona se convierte en psicópata no es una cuestión de interés puramente científico. Después de todo las cárceles están llenas de ellos. Según algunos autores, las cúpulas de las empresas también. La combinación de una propensión a la asunción de riesgos impulsiva con la falta de sentimientos de culpa o vergüenza (las dos características principales de la psicopatía) podría llevar, dependiendo de las circunstancias, a dedicarse al crimen o a los negocios. Se plantea entonces una cuestión: ¿es la psicopatía una aberración o la favorece la selección natural, al menos cuando es rara en una población? Después de todo, la cúspide de la pirámide empresarial es un lugar donde muchos desearían estar, y antes de la invención de las prisiones el crimen podría haber merecido la pena.
Para intentar encontrar una respuesta a esta pregunta Elsa Ermer y Kent Kiehl, de la Universidad de Nuevo México en Aburquerque (EE.UU.), decidieron ir un poco más allá en el análisis de las sensibilidades morales y las actitudes hacia el riesgo de los psicópatas. Adelantamos que sus resultados no prueban que la psicopatía sea adaptativa, pero sí sugieren que depende de mecanismos específicos (o, más bien, la falta específica de ellos). Esa especificidad es a menudo el resultado de la evolución.
Se había establecido en estudios anteriores que los psicópatas tienen niveles normales de inteligencia (raramente son genios como Hannibal Lecter). Tampoco su falta de culpa o vergüenza nace de una deficiente comprensión de lo que está bien y de lo que está mal. Si le preguntamos a un psicópata qué se supone que hay que hacer en una determinada situación moral, lo más habitual es que dé una respuesta que los no psicópatas darían como correcta. Simplemente, él no se ve a sí mismo forzado a actuar según ese conocimiento.
Elmer y Kiehl sospechaban que la razón podría ser que, a pesar de la capacidad de los psicópatas de dar la respuesta apropiada cuando se enfrentan a un problema moral, no estarían llegando a ella mediante los procesos psicológicos normales. En concreto los dos investigadores plantearon la hipótesis de que los psicópatas carecerían de la comprensión intuitiva de los contratos sociales (las reglas que gobiernan las obligaciones). Para comprobar esta idea usaron el test de tarjetas de Wason. Los resultados aparecen publicados en Psychological Science.
La mayoría de las personas entienden los contratos sociales intuitivamente, no tienen necesidad de razonarlos. El test de Wason es una buena manera de demostrarlo. Propone dos problemas idénticos desde el punto de vista lógico, uno en términos generales y el otro en términos de contrato social. Por ejemplo, la primera presentación puede ser de cuatro tarjetas, cada una con un número en una cara y un color en la otra. Las tarjetas se colocan en una mesa de tal forma que el probando ve las caras marcadas 3, 8, rojo, marrón. La regla que se quiere comprobar es “Si la tarjeta tiene un número par en una cara entonces en la otra es roja”. ¿Qué tarjetas es necesario y suficiente volver para poder decir si la regla se cumple?
Parece sencillo, pero sólo lo resuelven correctamente el 10% de las personas que hacen el test (la solución, más adelante). Ahora consideremos este problema. La regla que se quiere comprobar es “Si coges el coche entonces tienes que llenar el depósito de gasolina”. Una vez más tenemos cuatro tarjetas, en una cara se dice quién llenó y quién no llenó el depósito y en la otra si esa persona cogió o no cogió el coche. Así veríamos sobre la mesa lo siguiente:
Una vez más, tenemos que decir qué tarjetas volver para ver si la regla se ha roto.
En términos de lógica formal los problemas son idénticos. Pero a la mayoría de las personas les resulta mucho más fácil responder al segundo que al primero. (Solución: en ambos casos basta girar las tarjetas en las posiciones segunda y cuarta).
La gente en general también presenta esta sensibilidad a las frases que advierten de un riesgo, del tipo “si trabajas con pacientes con tuberculosis, entonces debes llevar mascarilla”, y el test de Wason también demuestra esto. No es, sin embargo, una cuestión de que el problema deba expresarse en una lengua natural. Las frases descriptivas que no tratan ni de contratos sociales ni advierten de riesgos (“La gente de Valencia es creativa; Isidro es creativo”, etc.) resultan tan difíciles para la persona media como las que tienen por objetos colores o números.
Ermer y Kiehl querían saber qué tal se les daría esta tarea a los psicópatas. Para averiguarlo consiguieron que 67 prisioneros se presentasen voluntarios y comprobaron su nivel de psicopatía. Diez eran psicópatas sin ningún género de dudas. Treinta no eran psicópatas y el resto estaba en algún punto intermedio. Cuando los voluntarios hicieron el primer test (en varias versiones) sus resultados fueron tan buenos (o tan malos) como los de la población en general. De hecho el promedio estuvo en un 20% de acierto. Para los problemas planteados como contratos sociales o como prevenciones de riesgo, los no psicópatas acertaron un 70% de las ocasiones. Los psicópatas consiguieron sólo un 40%, y los que estaban a medio camino también consiguieron un resultado intermedio.
El test de Wason sugiere que el análisis de los contratos sociales y analizar el riesgo son lo que los psicólogos evolucionistas llaman módulos cognitivos, conjuntos de adaptaciones mentales que actúan como los órganos del cuerpo en el sentido de que están especializados en una tarea determinada. Este resultado sugiere que los psicópatas tendrían estos módulos desconectados.
Será necesaria más investigación para saber cómo están controlados realmente los módulos “riesgo” y “contrato social” en los psicópatas. Pero hay otros fenómenos que parecen enfermedades y que la selección natural mantiene (son los casos de los sistemas inmunitarios débiles o de la anemia falciforme). La psicopatía puede que se una pronto a esta lista. Después de todo, la sociedad necesita emprendedores.
Referencia:
Que si las cúpulas de las empresas están llenas de psicópatas...según algunos autores; la disyuntiva crimen-negocio, y la catarsis final "la sociedad necesita emprendedores"
ResponderEliminarCésar, a ti te gusta Ambrose Bierce. Es una afirmación. XD
Respecto a la psicopatía, la definición que más me gusta es la que dice que es la ausencia de empatía. Creo que Phillip Zimbardo es el que la define así.
Me ha gustado mucho el post de hoy.
Gracias
Realmente absurdo confundir emprendedor y psicópata.
ResponderEliminarAbsolutamente absurdo y bajo confundir emprendedor con psicópata como dice el comentarista anterior. Ahora, que la sociedad neoliberal actual tiene un entraña psicopática, eso también es cierto.
ResponderEliminarEsta claro que el psicopata tiene una clara ventaja al emprender un negocio, por que lo ven desde una perspectiva practica y cuantitativa, ejemplo tienes que despedir a un empleado que no rinde lo sufuciente,per sabes que el y su familia sufririan las consecuencias asi que no lo haces, el psicopata no sentiria nada solo que es un estorbo en sus intereses es por eso que en los negocios les va bien...
ResponderEliminarEsta claro que el psicopata tiene una clara ventaja al emprender un negocio, por que lo ven desde una perspectiva practica y cuantitativa, ejemplo tienes que despedir a un empleado que no rinde lo suficiente,per sabes que el y su familia sufririan las consecuencias asi que no lo hace, el psicopata no sentiria nada solo que es un estorbo en sus intereses es por eso que en los negocios les va bien...
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