lunes, 13 de diciembre de 2010

Desentrañando el atractivo masculino.


En lo que se refiere a la elección de pareja, los varones suelen encontrar el gusto de las mujeres voluble si no directamente incomprensible. Pero puede que ellas no tengan toda la culpa. Cada vez hay mayor número de resultados de investigación que sugieren que su preferencia por ciertos tipos de fisonomía masculina podría estar influida por cosas que están más allá de su control consciente, como lo saludable o violenta que sea la sociedad en la que viven, y de forma predecible.

Las características masculinas (una mandíbula grande o una frente prominente) tienden a ser reflejo de otros rasgos físicos y de comportamiento como la fortaleza o la agresividad. También están íntimamente ligados a los fisiológicos, como la virilidad o un sistema inmunitario robusto.

Los efectos secundarios de estas características deseables parecen menos atractivos. La agresividad puede estar muy bien cuando se enfoca hacia amenazas externas, pero se corre el riesgo de que se vuelva contra la pareja o los hijos. La capacidad sexual asegura mucha descendencia, pero a menudo va de la mano con la promiscuidad y una tendencia a eludir las tareas paternas o abandonar el hogar.

Por tanto, cada vez que una mujer tiene que elegir una pareja debe decidir si valora más los robustos genes del cachas o el amor y el cariño del endeblucho. Lisa DeBruine, de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido), y su equipo son de los que creen que las mujeres de hoy día aún se enfrentan a este dilema y que sus elecciones se ven afectadas por factores inconscientes.

En un artículo que se publicó este año, y del que nos hicimos eco en Experientia docet, DeBruine y sus colaboradores informaban de que habían encontrado que las mujeres de los países con indicadores de salud bajos preferían más a los hombres con características masculinas que las que vivían en sociedades más saludables. Esto implicaría que, cuando la enfermedad acecha por todas partes, dar a luz a niños saludables estaría por encima de consideraciones sobre si el varón se quedará el tiempo suficiente como para ayudar a cuidar de ellos. En entornos más saludables, por lo tanto, los endebluchos tendrían su oportunidad.

Ahora, un grupo de investigadores encabezados por Robert Brooks, de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia), usando los mismos datos del grupo de DeBruine ha llegado a una conclusión diferente. Sus resultados [1] aparecen en los Proceedings of the Royal Society. Brooks y su equipo sugieren que no son los factores relacionados con la salud, sino más bien la competencia y la violencia entre los varones los elementos que explicarían mejor las preferencias femeninas por la masculinidad. Según Brooks et al., cuanto más peligroso sea el entorno más mujeres preferirán hombres masculinos, ya que serían mejores que los tipos más blandengues a la hora de conseguir recursos para las madres y su descendencia.

Dado que la competencia violenta por los recursos es más pronunciada en las sociedades no igualitarias, el grupo de Brooks predijo que las mujeres valorarían la masculinidad más en países con un coeficiente de Gini más alto (el coeficiente de Gini es una medida de la desigualdad en los ingresos). Y, efectivamente, encontró que el Gini era mejor que las estadísticas de salud de un país a la hora de predecir el atractivo de las caras masculinas.

Sin embargo, podría argumentarse que los países más desiguales también tienden a ser menos salubres. Por eso, y con objeto de averiguar qué es causa y qué efecto, el equipo de Brooks comparó el índice de salud de DeBruine con una medida de la violencia en un país: su tasa de asesinatos. De nuevo, encontró que este indicador predecía la preferencia por la masculinidad facial con mayor precisión que los índices de salud (aunque peor que el Gini).

Pero la cosa no queda ahí. En una réplica [2] publicada por DeBruine y sus colegas en el mismo número de los Proceedings se apunta a que hay un error en la lógica de Brooks et al.: el fallo estaría en que no han tenido en cuenta la riqueza global de cada sociedad. Cuando el grupo de DeBruine realizó de nuevo los análisis estadísticos, esta vez controlando el factor producto nacional bruto, resultó que el poder predictivo de la tasa de asesinatos desaparecía, mientras que persistía el de los indicadores de salud. En otras palabras, la prevalencia de los asesinatos parece predecir las preferencias por la pareja sólo en tanto en cuanto refleja la pobreza relativa de un país.

Esta disputa estadística pone de relieve lo difícil que es sacar conclusiones firmes solamente a partir de correlaciones. Solamente puede llegarse a alguna parte si los factores que pueden dar forma a las preferencias de pareja se comprueban experimentalmente.

Otro estudio [3] reciente, en el que ha participado DeBruine y también publicado en los Proceedings, ha intentado hacer exactamente esto. Los resultados apoyan la hipótesis de la salud. En esta ocasión losa investigadores pidieron a 124 mujeres y 117 hombres que evaluasen 15 parejas de rostros masculinos y 15 parejas de rostros femeninos en función de su atractivo. Cada par de imágenes presentaba el mismo conjunto de características modificado para hacer parecer una ligeramente más masculina que la otra (si era la cara de un varón) o más femenina (si era de una mujer). Algunas se hicieron también imperceptiblemente desequilibradas, ya que la simetría indica la calidad de una pareja debido a que en los ambientes duros los genes robustos son también necesarios para garantizar un desarrollo equilibrado del cuerpo.

A continuación a los participantes se les mostró otro conjunto de imágenes, mostrando objetos que provocan distintos niveles de repugnancia, como una tela blanca manchada con lo que parecía un fluido corporal semisólido u otra, menos asquerosa, manchada con un tinte azul. Está ampliamente asumido que la repugnancia es otra adaptación, una que advierte a los humanos que deben mantenerse alejados de lugares donde los gérmenes y otros patógenos pueden estar merodeando. Según la hipótesis de DeBruine las personas a las que se les enseñara las imágenes más repugnantes deberían responder con un aumento de la preferencia por los chicos masculinos y las chicas femeninas así como por los rostros más simétricos.

Esto es precisamente lo que ocurrió cuando se les pidió que evaluasen el mismo conjunto de caras otra vez. Pero solamente funcionó con el sexo opuesto; las imágenes asquerosas no consiguieron alterar lo que varones o mujeres encontraban atractivo en su propio sexo. Esto significa que es la selección sexual, y no otros mecanismos, lo que esté operando.

Estos resultados, como decíamos más arriba, apoyan la hipótesis de la salud, pero no son concluyentes. Sería necesario realizar más experimentos para comprobar si otros factores, como ser testigo de actos violentos, tienen un efecto en las preferencias fisonómicas humanas. La única conclusión, de momento, es que los varones blandengues que viven en zonas higiénicas pueden consolarse con la idea de que no parecerse a Brad Pitt no importa tanto.

Referencias:

[1]

Brooks, R., Scott, I., Maklakov, A., Kasumovic, M., Clark, A., & Penton-Voak, I. (2010). National income inequality predicts women's preferences for masculinized faces better than health does Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences DOI: 10.1098/rspb.2010.0964

[2]

DeBruine, L., Jones, B., Little, A., Crawford, J., & Welling, L. (2010). Further evidence for regional variation in women's masculinity preferences Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences DOI: 10.1098/rspb.2010.2200

[3]

Little AC, Debruine LM, & Jones BC (2010). Exposure to visual cues of pathogen contagion changes preferences for masculinity and symmetry in opposite-sex faces. Proceedings. Biological sciences / The Royal Society PMID: 21123269

4 comentarios:

Ernest TC dijo...

Muy interesante!

La verdad es que este tipo de estudios son muy curiosos. Y la polémica que generan entre autores, muy estimulante. Sobretodo, deja claro el mensaje de que los resultados, por muy buenos que sean, de poco o nada sirven sin una interpretación adecuada.


Un saludo

Will Parker dijo...

Me encanta este blog, de verdad! Ahora ya sé porque mi mujer me escogió: aunque blandengue, soy un tío muy limpio! jajajjaja
No, en serio, este blog es estupendo.

Will Parker dijo...

No te ofendas pero acabo de verle un pega al blog: la moderación de comentarios. Creo que un blog abierto sería más sano, pero, vamos, que es sólo una opinión :-)

Hamlet Arias dijo...

Sus artículos realmente me encantan. Un amigo español me los sugirió y desde entonces no puedo vivir sin ustedes.

Mi blog, que espero algún día sea como el de ustedes (pero orientado a la psicología), es el siguiente www.unionmental.com

Saludos desde la República Dominicana.