¿Puede una idea científica ser tan
brillante que llegue a ocultar a su autor? ¿Tan esclarecedora que
pase de forma prácticamente instantánea a los libros de texto como
cosa sabida y que, por lo tanto, su creador no merezca ni siquiera
una mención? Parece casi inconcebible que pueda ocurrir, pero
ocurrió.
Estamos en septiembre de 1861 en Speyer
(actual Alemania), en el Congreso de Médicos y Naturalistas
Alemanes. Un profesor de una pequeña universidad rusa, Kazán, tiene
anunciada una conferencia titulada “Sobre la estructura química de
la materia”; un nombre muy rimbombante para un don nadie venido de
la mitad de ninguna parte. Hoy día nadie recuerda nada de ese
congreso salvo esa conferencia en la que se dijo por primera vez que
“la naturaleza química de una molécula está determinada no sólo
por el número y tipo de átomos sino también por su disposición.
El estudio químico de las sustancias debe llevar a conocer su
estructura y viceversa, el conocimiento de su estructura debe llevar
a predecir sus propiedades”. La teoría estructural nacía de la
mano de Alexánder Mijáilovich Butlerov.
Isobutano |
Pero Butlerov no se quedó en la
teoría. Predijo y demostró experimentalmente la existencia de
isómeros, en concreto de dos butanos y tres pentanos. En 1866
sintetizaría el isobutano. En 1868 demostraría que en los
compuestos orgánicos insaturados los carbonos se unen entre sí con
enlaces dobles.
Estos resultados espectaculares
hicieron que el catedrático de química inorgánica de la
Universidad de San Petersburgo, Dimitri Ivánovich Mendeleev,
propusiera para el puesto de catedrático de química orgánica a
Butlerov, que ocuparía en 1868 y hasta su jubilación en
1885, un año antes de su muerte. En ese mismo año de 1868 se
completaría la edición en alemán de su “Introducción al estudio
completo de la química orgánica”, libro que había aparecido en
ruso sólo dos años antes y que puede ser considerado el primer
texto moderno de química orgánica.
Butlerov formó parte de una incipiente
escuela química orgánica rusa iniciada por sus profesores en la
Universidad de Kazán, Klaus y Zinin, y que continuaron sus alumnos
Markovnikov, Zeytsev y Popov. Los estudios que inició Butlerov sobre la
polimerización los culminaría en 1910 Serguéi Vasiliévich Lebedev
con el primer método de producción de caucho sintético
(polibutadieno).
Butlerov nació en Chístopol (Rusia)
en 1828. Cursó estudios de zoología y botánica en la Universidad
de Kazán, pero su talento para la química fue detectado por Karl
Karlóvich Klaus y potenciado por Nicolái Nikolaévich Zinin. En
1849 se gradúa y en 1851 presenta su primera disertación (lo que
hoy llamaríamos tesis de máster) titulada “Sobre la oxidación de
los compuestos orgánicos”. En 1854 presenta su tesis doctoral dirigida por Zinin en
la Universidad de Moscú, “Aceites esenciales”, pasando a ser
profesor extraordinario de la Universidad de Kazán. En 1857, se
convierte en profesor ordinario y consigue una beca para viajar al
extranjero durante un año, que repartiría entre el laboratorio de
Kekulé en Heidelberg y el de Wurz en París.
Este año de exposición a la
vanguardia de la química le hace ver la importancia de la teoría y
la construcción de modelos. En este período, en anticipación a lo
que después sería su charla en Speyer, Butlerov tiene una intuición
fundamental. Pasteur había estudiado la actividad óptica del ácido
racémico en el año 1847, con resultados espectaculares. Sin
embargo, en una época en la que todas las moléculas se entendían
lineales, no existía una explicación de cómo ocurría este
fenómeno a nivel molecular. Butlerov apuntó que la explicación
podía estar en la tridimensionalidad de los enlaces del carbono, que
formarían un tetraedro, lo que daría lugar a la posibilidad de
imágenes especulares de las moléculas, explicación que, como
sabemos hoy día, es la correcta.
Las aportaciones de Butlerov fueron tan
revolucionarias y, a la vez, con una capacidad de explicación de los
fenómenos observados tan grande, que esta misma grandeza le eclipsó
en vida y después de muerto. Hoy día su nombre sigue sin aparecer
en muchas historias de la química occidentales.
Esta entrada es una aportación de Experientia docet a la XIII Edición del Carnaval de Química que acoge Curiosidades de un químico soñador
Cesar, sólo felicitarte por tu excelente trabajo. Gracias.
ResponderEliminarUn blog bastante completo e interesante, felicitacione. Saludos
ResponderEliminarMe ha parecido una entrada de lo más interesante que me ha llevado a reflexionar sobre muchas ideas que ahora pensamos que son intuitivas pero que alguien tuvo que pensar por primera vez, aunque en la mayor parte de los casos desconocemos quién fue ese genio. ¡Gracias por compartir esta historia con los demás!
ResponderEliminarGenial aporte... Como este hay muchos otros héroes anónimos de la ciencia, algo bastante penoso... Porque no solo es el conocimiento en si lo importante si no también como se llego a el...
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