jueves, 10 de mayo de 2012

#Sinciencia no hay principios


Dice el refrán español que el gato escaldado del agua fría huye. Cuando se han gastado barbaridades de dinero en instalaciones e infrestructuras de investigación, en parques tecnológicos de diseño para los que no hay empresas tecnológicas que los ocupen y se convierten en polígonos industriales pijos, ahora se recorta en lo verdaderamente necesario: los fondos que permitirán la existencia, no de una, sino de las dos próximas generaciones de investigadores en España.

No es un hecho psicológico nuevo que las personas leamos los datos no como objetivamente son, sino con las gafas de nuestra ideología. El hecho cierto, que yo entiendo objetivo, es que recortar en la inversión en ciencia hipoteca el futuro de España más allá de lo imaginable.

Conseguir que esta idea cale, que estamos hipotecando el futuro del país de mala manera, se enfrenta a otro sesgo cognitivo: la mayoría de las personas no ven más allá del corto plazo. Además, la opinión liberal es que ahí está la iniciativa privada y eso, en este país, sede de la cultura dicotómica del pelotazo/funcionario, es una utopía, salvo honrosas excepciones.

No voy a entrar en explicar por qué son tan importantes los investigadores; a quien tenga verdadero interés le invito a que lea cualquier texto de historia económica. Solo quiero dejar constancia que, siendo los recortes y las subidas de impuestos comprensibles en general, en ciencia son un error mayúsculo. Y, para que conste, yo no vivo de los presupuestos del estado (siempre he trabajado en la empresa privada).

Finalmente, no me resisto a dejaros con una pequeña historia, convenientemente alejada en el espaciotiempo, que yo, en mi ingenuidad, considero tan relevante como ilustrativa.

Peces por Principios


De Historia Piscium (DHP) fue un trabajo que comenzó Francis Willughby (1635-1672) y que terminó John Ray (1627-1705) y que se imprimió con el apoyo financiero de la Royal Society en 1686. El texto y las ilustraciones de DHP reflejan el espíritu del siglo XVII: el estudio de la naturaleza por parte de Ray era un elemento más de la obra de su dios, como lo era su búsqueda del conocimiento y el lenguaje perdidos a consecuencia del pecado original (Adán, Eva, la serpiente y la manzana, para los despistados). El apoyo de la Royal Society venía por el interés de ésta en reformar la historia natural de los peces.

La academia científica más antigua del mundo, fundada en 1660, casi quiebra a consecuencia de la publicación de DHP. Su presidente, Samuel Pepys, marino, apoyó el proyecto de Ray completamente y no escatimó en gastos, principalmente en las ilustraciones, de altisima calidad y correspondiente precio. DHP no se vendió como estaba previsto y aquello fue la ruina: no quedó dinero para ningún otro proyecto.

El primer proyecto en sufrir los recortes fue la publicación de un libro titulado Philosphiae Naturalis Principia Mathematica, más conocido como los Principia de Isaac Newton. Probablemente el libro más importante en la historia de la física y quizás de toda la ciencia: en él se describían las leyes del movimiento y la gravedad.

Un empleado de la Royal Society, consciente de la importancia del texto, decidió financiarlo él mismo. Los Principia se publicaban en 1687 con el aporte económico de Edmund Halley, famoso por el cometa que lleva su nombre. Ello fue posible por la fortuna personal de Halley, adquirida por su padre con una fábrica de jabón.

Pero la Royal Society seguía con la política de recortes de Sam Pepys y, tras la publicación de los Principia, el señor Halley fue informado de que la sociedad no se podía permitir seguir pagándole su sueldo anual de 50 libras. Como compensación recibiría su contravalor en ejemplares de DHP.

El nombre de Sam Pepys, como cargo político, lo podéis encontrar tanto en la ilustración de DHP que abre este texto como en la portada de los Principia. A buen entendedor...


2 comentarios:

Luis Tovar dijo...

Es verdad que sin ciencia no puede haber una sociedad próspera, moderna y desarrollada. Pero también es igualmente verdad que sin ética no puede haber una sociedad justa. Y lo primero no es más importante que lo segundo.

http://www.cienciasinvictimas.org/

Un saludo.

Anónimo dijo...

¿Cual es la moraleja exactamente? ¿Que al final el inversor privado-mecenas es el que salva a la ciencia? ¿Que no hay que publicar libros de peces? ¿Que la física es más importante que la biología?¿Que en ciencia sí hay que reparar en gastos?