No es la primera vez que
comentamos en Experientia docet la importancia que para encontrar una
solución al alzhéimer tiene ganar tiempo, esto es, ser
capaces, no de diagnosticar, sino de detectar de forma temprana la
probabilidad de desarrollar la enfermedad. Esto, siendo realistas, lo
que permitiría sería poder estudiar cómo se desarrolla e intentar
encontrar su origen último. En paralelo el sujeto objeto de la
detección podría cambiar hábitos de vida de forma que le
permitiese retrasar algo su aparición. Suena duro, pero es lo que hay de momento.
Un nuevo estudio afirma
haber encontrado señales metabólicas en el cerebro que indicarían
el comienzo de la enfermedad antes de la aparición de los primeros
síntomas. El trabajo, encabezado por Shiri Stempler, de la
Universidad de Tel Aviv (Israel), desarrolla modelos predictivos que
usan la información metabólica para seguir la progresión del
alzhéimer. Estos modelos tendrían una precisión del 90% a la hora
de determinar el estadio de la enfermedad. O dicho con otras
palabras, se podría no sólo diagnosticar la existencia de la
enfermedad sino su progresión con un simple análisis de sangre. Los
resultados se publican en Neurobiology of Aging.
Los investigadores
emplearon datos recogidos empleando microarrays de expresión
genética tanto del tejido completo del hipocampo como de neuronas
del hipocampo de pacientes con alzhéimer diagnosticado. Recordemos
que el hipocampo juega un papel clave en la memoria y el aprendizaje
y que se ve dañado conforme progresa el alzhéimer.
Basándose en el número
de genes metabólicos encontrados en las neuronas y el tejido
completo, Stempler et al. construyen un modelo predictivo que
correlaciona (lo que no implica causalidad) las anormalidades en la
expresión de estos genes con la progresión de la enfermedad. De los
casi 1500 genes analizados, los investigadores fueron capaces de
seleccionar un grupo de 50 como los más predictivos. En los
pacientes con alzhéimer analizados cada uno estos 50 genes está
sobreexpresado o infraexpresado dependiendo del estadio de la
enfermedad.
En la siguiente fase del
estudio, los investigadores compararon la expresión de estos 50
genes en pacientes con alzhéimer, en sujetos sanos, en chimpancés y
en macacos. En todos los casos la expresión era muy similar, con
pocas diferencias entre individuos de una especie, salvo en los
pacientes con la enfermedad. Esto implicaría que estos genes serían importantes para el funcionamiento normal del cerebro y que su
regulación se vería alterada por la enfermedad de Alzheimer.
Hay que recalcar, una vez
más, que el que los cambios metabólicos sean la causa del alzhéimer
o al revés es algo que desconocemos. Pero lo interesante de momento
es que exista la correlación. Y no es una correlación cualquiera:
la correlación entre la expresión de genes metabólicos y los
resultados de tests cognitivos en pacientes con la enfermedad de
Alzheimer es mayor que la correlación que aparece en la literatura
médica entra las placas de beta-amiloide y los resultados de esos
mismos tests. Estaríamos ante una relación fuerte entre declive
cognitivo y metabolismo alterado.
Ni que decir tiene que el
próximo paso es intentar identificar biomarcadores en sangre
asociados a esos cambios metabólicos. A lo mejor, de aquí a un
tiempo, un análisis de sangre rutinario anual a partir de los 50
años permitirá detectar precozmente la aparición del alzhéimer,
con lo que ello conlleva para su estudio temprano y, en su día, para
su tratamiento.
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