A finales del pasado mes de noviembre se
produjo un gran revuelo en todos los medios a cuenta de unas
declaraciones de uno de los responsables de la misión científica
MSL-Curiosity. Se llegó a extremos tales, hablando de la posible
detección de vida, que nos sentimos impulsados a escribir un breve para Naukas llamando a la prudencia. Posteriormente, en la rueda de prensa que
dieron los miembros del equipo de científicos el 3 de diciembre,
todo el mundo (algunos más que otros) se sintió defraudado. Pero,
¿qué hay en esos resultados que pueda excitar la imaginación de un
científico aunque deje fríos a periodistas papanatas y público en
general? Pasada la tormenta, vamos a intentar explicarlo y, de paso,
qué podemos esperar encontrar.
Curiosity ha detectado una variedad de especies
químicas en el suelo marciano, entre ellas hidrocarburos clorados,
que podrían ser indicativas de la presencia de moléculas orgánicas
(que significa basadas en carbono, no necesariamente biológicas)
complejas. El quid de la cuestión es el origen del carbono, que se
desconoce; una hipótesis no descartable de entrada es que cantidades
a nivel de traza podrían haber viajado con el propio Curiosity.
La importancia del clorometano
Una pieza clave para entender el problema y
contextualizar los resultados es el método de medida que usa
Curiosity. El Sample Analysis at Mars (SAM) ha usado un pequeño
horno para calentar las muestras de un lugar llamado Rocknest,
volatilizando algunos de los compuestos presentes, se supone que los
interesantes, y analizando los gases producidos. De esta forma se han
detectado moléculas de agua, dióxido de carbono y dióxido de
azufre. Sin embargo, esta metodología tiene sus problemas asociados
dependiendo de la composición del suelo.
Los ensayos iniciales de Curiosity han
confirmado algo que ya se conocía de misiones anteriores y que se
sospechaba que podría ocurrir en el cráter Gale, que es la
presencia de percloratos. En ensayos hechos en la Tierra con muestras
del desierto de Atacama los percloratos son capaces de oxidar la
materia orgánica presente durante el calentamiento, como ya explicamos aquí
. La presencia de percloratos se infiere por la presencia de
clorometano, que también se obtenía en las pruebas de Atacama. Pero
el que haya clorometano implica que el cloro reacciona con hidrógeno
y carbono: el que el cloro es marciano es seguro, pero, ¿de dónde
proviene el compuesto orgánico de base?
Lo llamativo del clorometano es que es una forma
reducida de carbono. El hecho de encontrar formas reducidas de
carbono podría apuntar a que existen procesos que desembocan en
carbono orgánico, lo que es interesante desde el punto de vista
biológico. Si el origen del carbono de estos primeros resultados
fuese terráqueo (algo que no sabemos), la buena noticia es que se ha
consumido en el proceso de análisis. Esto implica que una nueva
detección de clorometano sería una gran noticia y, además, SAM ha
demostrado, confirmando los ensayos de Atacama, que puede detectarlo.
Por esto es tan interesante el resultado....desde un punto de vista
técnico.
Pero, ¿qué cabe esperar?
Por otra parte, la confirmación de la presencia de
percloratos implica una fuente de cloro, que podría ser la presencia
de salmueras o actividad volcánica en el pasado. Los percloratos
propiamente dichos se formarían por la acción de la radiación
ultravioleta a la que el suelo marciano está expuesto
inmisericordemente; recordemos que es la capa de ozono terrestre,
inexistente en Marte, la que nos protege del exceso de radiación.
Y esto nos lleva a la conservación de los materiales
orgánicos en Marte. Esto es, hay quien aún espera encontrar con un
rover semiautomático que opera en superficie compuestos orgánicos
complejos cuando el suelo contiene un 0,6% en peso de percloratos,
está inundado de radiación ultravioleta, expuesto a los rayos
cósmicos y al viento solar (por la ausencia de campo magnético
planetario), a campos eléctricos convectivos (formados en los
remolinos de viento) y el aire tiene poco pero suficiente oxígeno
como para oxidar lo que sea volátil.
Recordemos una vez más, aunque esto sea poco
comercial, que el objetivo de Curiosity no es encontrar vida, ni
siquiera compuestos orgánicos complejos, tan “sólo” evaluar las
condiciones para albergar vida, pasadas y presentes. Si alguien
espera alguna sorpresa, que podría haberla, que sepa que aguardará
escondida bajo la superficie, en algún lugar preservado. Como ocurre en Atacama, precisamente. Y, ¿hasta
qué profundidad puede excavar Curiosity?¿Y qué tipo de suelo puede
excavar? Pues eso.
Esta entrada es una participación de Experientia docet en la XX Edición del Carnaval de Química que acoge la La ciencia de Amara.
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