En muchas ocasiones, en la elaboración
de noticias se olvida mencionar, o si se hace no se da la relevancia
necesaria, con qué y cómo se ha obtenido determinado resultado. Es
habitual que en ciencia se trabaje con modelos, ya sean
reproducciones físicas a escala, sistemas de ecuaciones matemáticas
o, en el caso de la biomedicina, con modelos animales.
Al tener todos los seres vivos de la
Tierra un ancestro común, los científicos pueden usar gusanos,
moscas, ratones, ratas o monos para estudiar en ellos aspectos
fisiológicos, terapéuticos o toxicológicos que no sería ético
realizar con humanos. Pero ello conlleva sus riesgos desde el punto
de vista del avance científico. Un magnífico ejemplo acaba de
aparecer en Science.
Este trabajo, encabezado por Wei Sun,
del equipo de Maiken Nedergaard en la Universidad de Rochester
(EE.UU.), pone del revés lo que se suponía que se había aprendido
en las últimas décadas acerca de la forma en el que las neuronas se
comunican. De confirmarse, significaría que la sinapsis tripartita,
un concepto según el cual múltiples células colaboran a nivel
sináptico a la hora de transmitir la señal en el sistema nervioso
central, no existiría en el encéfalo adulto, sino
sólo en la fase de desarrollo.
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