De las interpretaciones de la mecánica
cuántica, unas hablan del colapso de la función de la función de
onda, otras de la existencia de variables ocultas, todas teniendo que
explicar los mismos hechos experimentales. En entregas anteriores de
esta serie hemos visto cómo afrontan el problema de la medida y en
qué sentido son completas algunas interpretaciones significativas.
Para introducir el concepto que vamos a abordar hoy, la teoría de
los universos paralelos, permítaseme la licencia de emplear dos
símiles, uno legendario y el otro fantástico, para ponerlo en
perspectiva de inicio.
Nuestro símil legendario será el nudo
gordiano: el carro del antiguo rey Gordias tenía atado el yugo con
un nudo tan intrincado que nadie había sido capaz de desatarlo.
Cuando en el siglo IV antes de la era común Alejandro de Macedonia,
llamado el magno, conquistó Frigia (en la actual Turquía) y se
encontró con el carro, intentó deshacer el nudo. La dificultad
estaba en que el nudo no tenía cabos visibles así que, ni corto ni
perezoso, sacó su espada y generó los cabos que necesitaba para
deshacer el nudo. Ante su hazaña todos quedaron extasiados y el
mismo Zeus dio su aprobación en forma de tormenta: tanto monta
cortar que desatar (incidentalmente, de aquí viene el lema y símbolo
del yugo de Fernando el Católico).
La interpretación de la superposición
de la función de onda es un nudo gordiano. ¿En qué consistiría
cortarlo? Por una parte, en no renunciar al realismo, es decir, no
vivir en un mundo de variables desconocidas/inexistentes hasta que se
midan (interpretaciones de Copenhage); y, por otra, prescindir de la
existencia de variables ocultas (de Broglie-Bohm y similares). Hugh
Everett adopta el papel de Alejandro y su teoría de los universos
paralelos sería la espada.
Pero antes de entrar en algunos
detalles conviene tener claro un aspecto fundamental de la teoría de
los universos paralelos: no es una interpretación de la mecánica
cuántica; esto es, siempre y cuando la mecánica cuántica y la
función de onda por ella descrita sean lineales (y no hay de momento
evidencia experimental que indique que no lo sean).
Para entender qué queremos decir será
de utilidad nuestro segundo símil que, como habíamos dicho, es
fantástico: los Anillos de Poder y el Anillo Único de “El Señor
de los Anillos” de Tolkien. Los Anillos de Poder son anillos
creados por los Mírdain (altos herreros élficos) en el comienzo de
la Segunda Edad del Sol. Estos anillos tenían la particularidad de
poseer grandes poderes incorporados por sus creadores con el objetivo
de preservar la vida en la Tierra pero fueron todos corrompidos por
Sauron el Maia, pues él contribuyó a crearlos con el fin de someter
a todos los pueblos de la Tierra Media. Para ese control creó el
Anillo Único que, entre otros poderes, otorgaba a su portador la
invisibilidad, alargar su vida y entender otras
lenguas, tres cosas que experimentó el hobbit Bilbo
Bolsón.
Si las interpretaciones de la mecánica
cuántica son los Anillos de Poder, la teoría de los universos
paralelos de Everett es como el Anillo Único, en el sentido de que
hace afirmaciones acerca de las interpretaciones de la mecánica
cuántica. No es pues una interpretación, sino una teoría. En
palabras del propio Everett es el “único enfoque completamente
coherente para explicar tanto los contenidos de la mecánica cuántica
como la apariencia del mundo”, esto es, técnicamente, una
metateoría que permite entender otras lenguas. O, como ha
dicho repetidamente David Deutsch, considerar la teoría de los
universos paralelos como una interpretación “sería como referirse
a los dinosaurios como una interpretación del registro fósil”.
Continúa leyendo en el Cuaderno de Cultura Científica
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