Estos días ha sido noticia
en Europa la prohibición de tres pesticidas neonicotinoides por sus
presuntos efectos perniciosos sobre la población de abejas
melíferas. Todo ello alimentando la quimiofobia general. Y, sin
embargo, existe la posibilidad de que lo que estemos es ante una caso
manifiesto de falacia cum
hoc ergo procter hoc, más conocida quizás en su forma
“correlación no implica causalidad”. Pero fundamentemos esta
afirmación.
Un equipo de entomólogos de la Universidad de Illinois en
Urbana-Champaign (EE.UU.), encabezados por Wenfu Mao, ha encontrado
una posible conexión entre la práctica de alimentar a las abejas
con productos sustitutivos de néctar, como los jarabes de alto
contenido en fructosa (hasta
del 92% se comercializa en España, por ejemplo), y la
disminución de las colonias de abejas. Estos alimentos sustitutivos
no contienen compuestos esenciales para la regulación de los
procesos inmunes y desintoxicantes de la Apis mellifera, lo
que las haría vulnerables a pesticidas que
no tendrían por qué afectarles. Los resultados se publican en los
Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los sustitutivos del néctar comenzaron a usarse en los años 70
del siglo pasado. Desde entonces se han desarrollado y comenzado a
usarse nuevos pesticidas, pero parece ser que la respuesta inmune de
las abejas no ha podido adaptarse a estos cambios en su ambiente.
Los investigadores determinaron que compuestos que se encuentran en
la miel, incluyendo el ácido p-cumárico, la pinocembrina y la
pinobanksina 5-metil éter, inducen específicamente la acción de
los genes de proteínas desintoxicantes. Estos compuestos no se
encuentran en el néctar
(que es a lo que sustituyen realmente los jarabes) sino en el polen y
el propóleo.
En concreto encontraron que el ácido p-cumárico regula toda clase
de genes desintoxicantes, así como determinados genes
antimicrobianos (aunque algo
de esto ya sabíamos). Esta regulación tiene importancia
funcional, como los investigadores demostraron añadiendo p-cumárico
a una dieta de sacarosa, lo que incrementaba el metabolismo de un
ectoparasiticida organofosforado (Cumafós),
también usado como acaricida en el interior de las colmenas, en un
60%.
Vemos así que el uso extensivo de los sustitutivos alimenticios por
parte de los apicultores industriales, que retiran toda la miel
impidiendo a las abejas alimentarse en invierno de sus reservas que
contienen todos los micronutrientes necesarios, podrían estar
privando a éstas de su mecanismo natural de defensa.
Si esto se confirmase (de hecho cualquier apicultor que leyese esto
podría hacer un experimento fácilmente), aparte de ser una bonita
ilustración de una falacia lógica, las soluciones no serían
demasiado difíciles. Eso sí, serían económicas y de cadena de
suministro.
Referencia:Mao W., Schuler M.A. & Berenbaum M.R. Honey constituents up-regulate detoxification and immunity genes in the western honey bee Apis mellifera, Proceedings of the National Academy of Sciences, DOI: 10.1073/pnas.1303884110
Apicultura ecológica!!! Mulet te va a machacar.
ResponderEliminar