viernes, 6 de septiembre de 2013

Galileo vs. Iglesia Católica redux (II): Perspectivas

Cinco planetas a simple vista al atardecer en uno de ellos: Mercurio, Venus, Tierra, Marte y Saturno. Si no los localizas, pincha aquí. Fuente  

Como es sabido las discusiones entre Galileo y la Iglesia Católica (IC) estuvieron centradas en cómo interpretar los nuevos datos observacionales obtenidos al apuntar por primera vez un telescopio al cielo nocturno. Pero para poder entender el desarrollo de estas discusiones sin caer en el presentismo (juzgar el pasado desde el conocimiento y actitudes del presente), se hará necesario retomar un poco de perspectiva.

Si olvidamos por un momento lo que nos han enseñado de lo descubierto en los últimos 400 años, nos dejamos guiar por nuestro sentido común y sólo podemos observar el cielo con nuestros ojos desnudos, se llega a unas conclusiones un poco chocantes, todas compatibles con los datos observacionales disponibles:

a) La Tierra, esférica, parece ser el centro del universo
b) Los movimientos observados de los objetos celestes pueden ser descritos con precisión suficiente por el sistema de Ptolomeo
c) No existe evidencia empírica que respalde el sistema de Copérnico. Este sistema es un truco matemático que simplifica el de Ptolomeo (hay que recordar que el sistema de Copérnico, de órbitas circulares, sigue recurriendo al artificio ptolemaico de los epiciclos; habrá que esperar a Kepler para su eliminación)

Es decir, en el momento en el que Galileo presenta sus observaciones con el telescopio (que resumiremos en la próxima anotación), la visión geocéntrica del universo, más allá de filosofías y religiones, desde un punto de vista estrictamente científico, es la posición archiestablecida y compatible con las observaciones. Por poner un ejemplo un poco extremo: Un empiricista ateo radical en 1600 sería geocentrista y se plantearía el heliocentrismo como hoy se podría plantear la teoría de los universos paralelos sugerida por algunas interpretaciones de la mecánica cuántica: una posibilidad sugerida por las matemáticas.

Imaginemos ahora que tenemos un telescopio (y nuestros conocimientos de 1600). ¿Podemos descartar inmediatamente el geocentrismo? No es tan evidente como nos gustaría creer, y comprender esto nos permitirá valorar las pruebas aportadas por Galileo en su justa medida.

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