martes, 8 de octubre de 2013

Los putti, los jesuitas y la ciencia


Pedro Pablo Rubens llenaba sus lienzos con “putti”. Estos niños angelicales ayudaban a la gente a llegar al cielo, se sentaban en las cornisas de los edificios tocando instrumentos musicales, volaban desplegando pancartas, y llevaban los instrumentos de tortura a los mártires.

Eran seres ágiles, hábiles, buenos por naturaleza y, en general, bastante listos y despiertos. Características todas ellas ideales para un ayudante de laboratorio. Por ello no es de extrañar que en los dibujos que realizó para Opticorum libri sex philosophis juxta ac mathematicis utiles, de François d'Aguilon (1613) Rubens optara por los putti para esta función. Así podemos verlos examinando el ojo del Cíclope, midiendo el Coloso de Rodas, aprendiendo las sutilezas de la visión binocular, demostrando la horóptera, usando el primer fotómetro, o demostrando cómo se realiza la proyección estereográfica. 

Los jesuitas, orden a la que pertenecía d'Aguilon, se dieron cuenta rápidamente de la utilidad de usar ángeles en los experimentos. Dos razones podrían explicar el uso frecuente de esta iconografía inusual. En primer lugar, la aparición de putti en un nuevo entorno, emergente y amenazante, como era la filosofía natural en el siglo XVII permitía hacerla más familiar y, de alguna forma, domesticarla, recordando que al final era Dios el que lo dirigía todo. Por decirlo gráficamente, si los angelotes tenían a bien jugar con barómetros, la investigación experimental de la atmósfera no podía de ninguna de las maneras amenazar ni al estado ni a la Iglesia. El uso de putti sería pues un mensaje tranquilizador hacia las autoridades.

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